XIII Congreso de Antropología - Periferias, Fronteras y Diálogos

Temática - Antropología y descolonialidad. Desafíos etnográficos y descolonización de las metodologías

Coordinan: Gimeno Martín, Juan Carlos (IMA) y Castaño Madroñal, Ángeles (ASANA)

Contacto: juan.gimeno@uam.es; acastamad@us.es

 

Orden de intervenciones de este simposio. 

 

La dialéctica en globalización, y la dialógica necesaria con las culturas y economías emergentes suponen en nuestra contemporaneidad la necesidad de apostar por la renovación epistemológica de la disciplina antropológica. En el contexto actual nuestra disciplina se encuentra en una posición privilegiada para realizar aportaciones teóricas y etnográficas que ayuden a entender la diversidad de procesos locales de resemantización cultural y respuestas adaptativas a los flujos y presiones globales, contando con una larga experiencia en el tratamiento metodológico de la diversidad cultural y la relaciones interétnicas desde la etnografía y la atención cualitativa a los fenómenos socioculturales.

Las formas y objetos de investigación están cambiando. Hoy una pluralidad de actores se embarcan en la producción de evidencias, en la extracción de datos, en la interpretación hermeneútica de los mismos, en las representaciones a partir de los mismos. Las formas y herramientas de análisis de datos han proliferado. Todo el mundo produce datos, los analizan, ensayan teorías sobre su alcance, efectos y repercusiones. El futuro de las ciencias sociales no puede centrarse en reclamar que lo hace mejor que los otros, sino abrirse a la pluralidad de formas de conocimiento que reclaman un espacio por derecho propio.

Ahora bien, estas transformaciones de alcance “global” acontecen en un mundo que es un producto histórico de un desarrollo regional diferencial, que adquiere hoy una expresión de colonialidad global. La emergencia de multitud de fenómenos glocales, que hacen tanto de los entornos urbanos como agrarios localizaciones de visibilización de las ausencias impuestas por las dinámicas de la colonialidad, constituyen un reto para poner en relación etnografía y la decolonialidad en su amplia diversidad plástica. Desde los movimientos sociales contra la crisis financiera en la ciudades globalizadas, las respuestas de minorías inmigradas en claves de “indigenización” que deconstruye el racismo institucional y estructural, los procesos consolidados de “marginidad” en entornos rurales, entre otros los andaluces, la producción artística deconstructiva desde epistemologías subalternizadas, los movimientos culturales a nivel mundial de revitalización y resignificación desde las tradiciones indígenas, las respuestas de género desde claves étnicas que cuestionan y reposicionan el feminismo político y científico, etc., encontramos las etnografías que permiten hacer de la propuesta descolonial una apuesta por la apertura del conocimiento a la multiplicidad epistemológica para, en un contexto de reequilibrio entre las culturas del mundo, apostar por una ciencia que pueda inspirar la demanda de rehumanización de la sociedad que aclama la mayor parte de la humanidad.

La perspectiva descolonial que parte de la evidencia de la producción histórica de una diferencia colonial cuyo objeto es desempoderar formas de vida diferentes, invisibilizar su existencia, y sus formas de conocimiento y cosmovivencias, asi como subalternizarlas, aparece como una potente propuesta de renovación epistémica de las ciencias sociales. La Antropología debe tomar un posicionamiento avanzado en la innovación creativa que la sociedad demanda a la ciencia en la necesidad de dar respuestas al despliegue de la diversidad en sus múltiples formas y las tensiones de reposicionamiento a nivel global. La emergencia de la interpretación de la globalización en perspectiva postcolonial en los 90, se sumó a las propuestas postmodernas, postestructuralistas y feministas para la refundación de las ciencias sociales y cristalizó en la necesidad de Abrir las Ciencias Sociales (necesidad que recoge el Informe de la Fundación Gulbenkian,1996), en un contexto en el que se posicionaba cada vez con más fuerza las perspectivas críticas de la colonialidad y la geopolítica del conocimiento. Los aportes, muy significativos, de Escobar y Ribeiro (eds.) (2006) y la consolidación de la Red de Antropologías del Mundo (RAM/WAN), marcan un parteaguas en el desarrollo de la Antropología al proponer para la disciplina una apuesta global por la resignificación epistémica a partir de una descolonización de la misma, y la puesta en valor de la pluralidad teórica, epistémica y metodológica de las “Antropologías del Mundo”.

Respondiendo a las innovaciones en la producción teórica desde estas perspectivas nos encontramos en la necesidad de revisar los desafíos que para la etnografía conllevan estos planteamientos realizados. Esto lleva a ciertas consideraciones y preguntas.

La historia de la antropología muestra que si la academia, y la antropología como parte de la misma, tiene que asumir críticamente su papel histórico de formación intelectual a través de un sistema educativo capitalista, retroalimentado en la acción estatal, que reproduce en su práctica el mismo sistema, también puede explorar sus contradicciones y su dimensión emancipadora.

Si la antropología es un campo institucionalizado de conocimientos y prácticas que tiene que ver con la producción permanente de la diferencia y su relación con el proceso dialéctico de producción del mundo, la etnografía sigue siendo un espacio privilegiado para la comprensión de la complejidad de dicha producción, a partir del encuentro complejo y desigual de alteridades. Ese encuentro, problemático, conecta las prácticas de vida de las gentes, con sus agendas, saberes y subjetividades, con los saberes y prácticas profesionales producidos en instituciones académicas que incorporan l@s antropólog@s al campo. Este es, creemos, un espacio privilegiado para explorar y practicar el giro descolonial en antropología.

Hubo de pasar un tiempo entre los planteamientos postmodernos, postcoloniales o de la economía política en antropología y sus efectos en la producción etnográfica. Precisamos hoy explorar cual es la incidencia del giro descolonial en la producción etnográfica. Más que los anteriores enfoques (ligados, si bien como crítica, al estructuralismo y la modernidad), la descolonialidad parte del reconocimiento de la agenda propia de los sujetos que habitan la herida colonial, de las mujeres y hombres subalternos, de sus formas de conocimientos (fronterizos) y sus subjetividades. Aquí las epistemologías se alejan del conocimiento neutral y objetivo; su intención no es neutral: impulsan a conocer interesadamente.

El reconocimiento de la dimensión dialógica del encuentro etnográfico y la necesidad de explorar las modalidades en los que las representaciones toman forma como “artefactos” (nos referimos fundamentalmente a textos y videos….) no agota los desafíos a la etnografía, sino por el contrario constituye el punto de partida. Estas consideraciones ponen sobre la mesa una serie de cuestiones y preguntas:

En primer lugar: sobre la agendas que pueden compartir l@s antropólog@s y la gente, y las posibilidades de practicar la phronesis, más allá de la episteme y la techné, como forma de conocimiento. Las fuentes de la phronesis son espacios co-laborativos para el desarrollo del conocimiento, dentro de los cuales el saber profesional de los investigadores se combina con el de los interesados locales para definir un problema a enfrentar.

Si reconocemos que la antropología y sus metodologías son productos coloniales, reforzadas por los criterios de neutralidad y objetividad, nos preguntamos cómo serán las metodologías descolonizadas, y por las agendas que se proponen para la producción de un conocimiento otro. Quiénes son los sujetos del conocimiento? ¿Cuál es la naturaleza de dicho conocimiento? ¿Qué criterios de valoración se darán de este conocimiento?

En esta lógica hay que rescata los aportes en antropología de Hale (2007), Leyva (2010), Leyva y Speed (2008), y Masson (2010), quienes apuestan por una investigación descolonizada, caracterizada como un “hacer-conocimiento”, desde posiciones específicas de género, clase, cultura, ideología, posición política, etc., y ejercida en beneficio de una lucha o un movimiento social, en contraposición a la investigación de corte hegemónico: colonialista y eurocéntrica. El giro epistémico que promueve la perspectiva descolonial pretende poner este conocimiento local al servicio de las luchas (justas) y alejarla de los intereses hegemónicos que están detrás del conocimiento moderno/colonial.

En segundo lugar: sobre las posibilidades de co-laboración. Autores como Charles Hale y Xóchitl Leyva y Shannon Speed, ayudan a explicar la investigación de co-labor como un trabajo en conjunto investigadores y grupos organizados en lucha. Ello tiene implicaciones para todo el proceso etnográfico (este se inscribe en procesos que vienen antes del mismo y se proyectan después de terminarlo). Implica desde trazar los objetivos de la investigación hasta la sistematización de la información en colectivo. Ello implica un trabajo de co-teorización, y también explorar un trabajo de co-escritura o co-autoría. Distinguimos co-escritura y co-autoría porque la escritura es en si misma problemática, puesto que constituye un artefacto también colonial, dada la primacía de la lecto-escritura sobre la oralidad; esta se canaliza mejor y logra una mejor expresión con el uso de otras formas de representación como la producción de videos.

Co-teorización, y co-autoria conllevan el reconocimiento político de los sujetos etnográficos, del derecho a la producción y desarrollo de un conocimiento propio desde su propia agenda.

En estas consideraciones la premisa de trabajo es que la etnografía, entendido como encuentro etnográfico, no tiene tanto que ver con una co-existencia entre etnograf@s y nativ@s (una coexistencia negada por la práctica antropológica según Johanes Fabian), como con nuestra co-producción del mundo. La co-producción está atravesada de tensiones: en la co-teorización, en co-autoria, en las relaciones entre activismo social, y academia comprometida.

El tercer conjunto de consideraciones y preguntas tienen que ver con la identificación y debate acerca de las tensiones que se dan en los encuentros etnográficos. Por tensiones entendemos aquí, en sentido amplio, estados de oposición latente que pueden presentarse entre personas, grupos, clases, razas, naciones, etcétera. La capacidad indagatoria (heurística) de las tensiones tiene una larga tradición en la acción política y en las ciencias sociales, tanto en el marxismo (en el sentido de contradicciones estructurales- al referirse a la “lucha de clases como el motor de la historia), o en el feminismo transnacional y transcultural basado en el diálogo y la diferencia donde se reconoce que a nivel epistemológico, las diferencias y fricciones son precisamente los escenarios que abren nuevas puertas. Las/los investigadoras/os activistas que practican trabajo de co-labor afirman que cuando se lleva a cabo una investigación alineada con un grupo organizado en lucha existen tensiones que debieran reconocerse, ponerse sobre la mesa y trabajarse para lograr mejores resultados (Speed 2006, Hale 2008, Leyva y Speed 2008, Rappaport 2010).

Para cerrar el círculo: la etnografía surgió como una práctica central en la institucionalización de la antropología, insertándose en la producción/reproducción institucional académica. Como consecuencia nos preguntamos: ¿en la incorporación de una práctica descolonial etnográfica qué tensiones se producen en dicha producción/reproducción institucional?. Si consideramos la antropología, más allá de una disciplina científica con sus teorías y métodos, un entramado de instituciones mediadoras (con sus clasificaciones y sus jerarquías) y una praxis, ¿de qué manera una perspectiva descolonial incide en ellas, las cuestiona, las subvierte, las reconstruye y que prácticas otras académicas e institucionales provoca? ¿Qué mundo lleno de mundos surge de ellas?

Después de las anteriores aportaciones en el XI Congreso de Antropología de 2008, en el que se proponía una orientación pública de la antropología (entendida como la construcción compartida del “Bien común” desde la diferencia) desde el compromiso con estas emergencias, consideramos que nuestra propuesta de simposio permitiría abordar con ilustraciones etnográficas el estado de la cuestión en la perspectiva descolonial, los desafíos y los avances realizados, enriqueciendo la reflexión, desde dentro y desde fuera de la disciplina, sobre pilares que entendemos que sólo la práctica etnográfica antropológica podría consolidar. Creemos que es oportuno y necesario contribuir a abrir espacios de reflexión sobre la incidencia del giro descolonial en antropología y especialmente en la etnografía. Deseamos aportar al XIII Congreso, un desafío para incorporar la presencia, participación y acceso de los distintos especialistas de ciencias sociales, intelectuales comprometidos y activistas sociales que se encuentran realizando aportes, desde metodologías descolonizadas y dando como resultado una diversidad de expresiones desde el hacer-conociendo que desbordan las formas de representación etnográficas y que se inscriben en otros criterios de valor. Pensamos que el diálogo de la(s) antropología(s) con dichas prácticas conducirá a una apertura de la disciplina, como una condición para su transformación.

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